Desde 1994 Práctica y Estudio

El Yoga es el arte del Ahora

Con que velocidad se mueve nuestra vida cotidiana! Tareas sin fin se amontonan unas detrás de otras, reclamando nuestra atención..”¡aquí estamos!, ¡no te olvides de hacer….! y ahora tengo que….” y cuando la noche llega no tenemos mas energía que la suficiente como para desplomarnos en nuestra cama sin  energía física para nada, o en otros casos con una mente hiperactiva que evita el sueño. El hacer sin parar no nos deja instante de calma ni contacto con nosotros mismos, nos hace deambular, vacíos, como fantasmas, como dormidos a la vida.
Día tras día se suceden los que haceres, y quizás, los practicantes de Ashtanga Vinysa, solo encuentran ese momento de clase para ellos mismos, el momento de la tan esperada clase, momento en que sentimos a la maquina de pensamientos sin fin, detenerse.
¿Que podemos cultivar en clase, que permita surgir el Ser y evite perdernos en el hacer?
¿Que es esa maquina que no pretende detenerse? ¿porque actúa de esa forma?
Estas son buenas preguntas para formularse en el silencio de la meditación.
Aunque suframos de la alucinación de sentirnos separados y solos, las enseñanzas dicen que somos extensiones de la vida única, y de ninguna forma podemos estar separados de nada. La confusión, el error fundamental de creer y percibirnos separados de la totalidad nos hace sentir solos y carentes, buscando algo que supuestamente nos falta aquí y ahora y que supuestamente debería estar en otra parte. Nuestra mente busca en todos lados la felicidad menos en nosotros mismos, en el futuro o en el pasado, nunca en el ahora.
Entonces pasa por la profundidad de nuestra cabeza:
“Quizás si termino esta tarea estaré en mejores condiciones para sentirme bien….Quizás si junto suficiente dinero en el futuro lograre estar feliz y satisfecho.Quizás si estudio tal cosa, compro tal objeto, hago tal curso, comienzo mis clases de Yoga….por fin estaré bien….” Toda ilusión, mas ilusión.
El único momento y espacio posible es aquí y ahora. Piénselo, nunca ha ocurrido algo en el pasado ni ocurrirá en el futuro. Todo ha ocurrido siempre en este momento presente, en este  momento-espacio, las cosas se mueven, cambian siempre dentro de este ahora.Si aprendemos a abrirnos totalmente a este momento-espacio, entonces todo es posible. La mente pensante cree que abrirse al ahora es una tarea menor, a la mente le gusta correr tras algo, es su deporte preferido. “Para que voy a perder el tiempo en sentir este momento con todas las cosas importantes que tengo para hacer!….”
Volver a ahora, este ahora, que veo? que hay ahora?, esta luz, ese reflejo, esta brisa, este espacio, el mundo es rico en todo sentido. Incluyo todo, hasta lo que considero deseable y también lo no deseable.¿que otra posibilidad hay? Donde mas puedo estar si no es ahora?
Un nuevo mundo se abre, en vez de ver lo que mi mente juzga, dicta y proyecta como real, veo lo que hay, lo que es, y contrariamente a lo que pensaba, siento Paz, que alegría! que alivio!
Comienzo mis primeros pasos en mi practica de aceptación al presente en el Yoga mat, en la sala. No pienso lo que “debería ser”, siento lo que es, esta respiración, este movimiento que respira, esta quietud en el Asana. Estas sensaciones que corren dentro de mi cuerpo, ¿es calor? ¿es dolor? ¿cuanto duele? ¿me esta causando placer? ¿siento que estas sensaciones están asociadas a algún color que aparece, surge algún recuerdo o imagen mientras me estoy estirando ahora?. Soy un testigo de este momento, soy este espacio donde estas sensaciones se manifiestan, no quiero manipular estas sensaciones solo quiero verlas” tal cual son”.
La conciencia es como un gran purificador. Todas esas emociones y recuerdos enquistados en los músculos y tendones al estirar y respirar, salen a la superficie como burbujas  y la conciencia, con su fuego purificador, los digiere y transforma orgánicamente.
La palabra Asana viene de la raíz sánscrita “asaat” que significa “sentarse”. Mientras practico Asana me siento en mi verdadera perspectiva, la del observador imparcial en su mas cómodo sillón. Viendo pasar el mundo delante de la pantalla de mi conciencia, sin apego ni rechazo.
Este es mi espacio de entrenamiento, cada clase de Ashtanga, cada respiración, cada movimiento y cada postura, el descanso final,¿ y luego? Al finalizar la clase evito que la mente se ponga en marcha nuevamente, de forma automática.
Salgo de clase e intento alargar este silencio, este espacio interno, aprovecho todo momento para abrirme, este único momento.

Alejandro Chiarella

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